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Vigilar el cáncer de próstata es tan efectivo como la cirugía o la radioterapia

Washington (EFE).- La vigilancia del cáncer de próstata ofrece las mismas posibilidades de sobrevivir a la enfermedad en los primeros diez años de detectada que la cirugía o la radioterapia, según un estudio publicado esta semana en la revista New England Journal of Medicine.

El estudio, el mayor efectuado en el Reino Unido con el seguimiento de más de 1.500 pacientes de cáncer de próstata, muestra que los tres procedimientos tienen un resultado similar y tasas muy bajas de muerte por esta enfermedad.

Pero el tratamiento reduce el riesgo de progresión de la enfermedad comparado con la mera vigilancia, aunque también va acompañado por efectos secundarios más incómodos, agrega el estudio, financiado por el Instituto Nacional de Investigación de la Salud (NIHR, por sus siglas en inglés).

La investigación, llevada a cabo por científicos de las universidades de Oxford y Bristol en nueve centros del Reino Unido, es la primera en evaluar la eficacia de los tres mayores procedimientos que se aplican con el cáncer de próstata, así como sus efectos, su costo y sus méritos.

"Con este estudio hemos aprendido hasta ahora que el cáncer de próstata detectado en pruebas de sangre crece muy lentamente y que muy pocos hombres (cerca de un 1 %) mueren por ello cuando se le da seguimiento (a la enfermedad) en un período de diez años, sin tener en cuenta el tratamiento asignado", afirmó el investigador jefe, Freddie Hamdy.

"Esa cifra es considerablemente menor a lo que habíamos anticipado antes de comenzar el estudio", agregó.

Sin embargo, el tratamiento quirúrgico (prestatectomía radical) y la radioterapia reduce el número de casos en los que el cáncer de próstata avanza y se desarrolla, aunque aún no hemos determinado si ello supone vivir más o mejor, añadió el investigador de la Universidad de Oxford.

El estudio que dio pie a esta investigación se basó en los datos tomados entre 1999 y 2009, a 82.429 hombres de entre 50 y 69 años en todo el Reino Unido y de los que 1.643 fueron diagnosticados con cáncer de próstata y que accedieron a ser investigados al azar.

De ellos, a 545 se les vigiló la enfermedad, a 553 se les practicó la prostatectomía radical (la extirpación total de la próstata), y 545 se sometieron a tratamiento de radioterapia.

En los grupos de cirugía y radioterapia la progresión del cáncer se redujo en más de la mitad frente a los que fueron sometidos a un monitoreo activo, pero los pacientes también sufrieron efectos secundarios desagradables, sobre todo en el primer año de tratamiento, según el estudio.

¿Se puede vivir con una dieta solo a base de frutas?

¡Ah, el fascinante mundo de las dietas! O como diría una buena amiga, de quienes puede elegir qué comer. La obsesión por consumir alimentos saludables, que no dañen el ambiente o provoquen sufrimiento a los animales y nos hagan lucir atléticos, ha alcanzado casi el estatus de religión en las últimas décadas. 



El frutarianismo empuja a los vegetarianos a un nuevo límite en su búsqueda de la pureza nutricional (Tres B)

En esa búsqueda del régimen de alimentación más sano, los vegetarianos se destacan por su fervor. Y en esta comunidad, una facción relativamente nueva ilustra cómo preocupaciones muy razonables pueden conducir a extremos inauditos: los frugívoros (o frutarianos).


De los hippies al festín de durián

En una era mirífica, hace dos millones de años, los antepasados del homo sapiens se alimentaba de frutos que recolectaban en los bosques. Ese tiempo de perfecta armonía entre los humanos y la naturaleza concluyó cuando los primitivos recolectores aprendieron a cazar y muchos años después, desarrollaron la agricultura. Estas cuatro líneas resumen la utopía de los frutarianos.

La moda no comenzó a fructificar en Occidente hasta las décadas de 1960 y 1970, en el terreno fértil de los movimientos contraculturales que florecieron en Norteamérica y Europa. En la protesta contra el orden social de la posguerra se mezclaron, como en un cóctel de frutas, ideas filosóficas, opiniones políticas y proyectos para establecer comunas. Entonces, para los hippies y sus herederos la dieta dejó de ser una cuestión personal y se transformó en otro terreno de lucha.

Así llegamos al año 2006, cuando el estadounidense Douglas Graham publicó el libro “The 80/10/10 Diet”, que propone un régimen alimenticio basado en el consumo predominante de frutas. Ese método se inscribe en el llamado crudismo, una tendencia dentro del universo vegano que excluye los alimentos procesados a favor de frutos y vegetales sin cocinar o con escasa elaboración.

Graham era, hasta su exclusión en 2014, una de las estrellas del Woodstock Fruit Festival, un encuentro anual de frutarianos en el estado de New York. Ese evento ofrece una semana de frutas sin límites, sesiones de ejercicios, conferencias, talleres de tie-dye y grupos de apoyo. Un asistente puede aprender, por ejemplo, “Cómo ser feliz, saludable y tener el cuerpo de sus sueños” (según el título de una conferencia de Graham). O descubrir cómo lidiar con la nostalgia del chocolate. Y todo por poco más de 1.000 dólares, si se reserva con un año de antelación.

Uno de los momentos más esperados del festival es la Sweet Durian Nite, una fiesta en torno al durián, un fruto que comparte la reputación de ser apestoso y delicioso, todo dentro de una cápsula de espinas. ¡Una orgía para los sentidos!



La obsesión por la comida sana puede conducir a un trastorno conocido como ortorexia nerviosa (Reuters)

Una dieta de extremos

Los promotores del frutarianismo aseguran que el consumo casi exclusivo de frutas energiza al cuerpo hasta niveles extraordinarios, puede curar enfermedades crónicas (algunos testimonios mencionan al cáncer) y hasta cambiar el color de los ojos de carmelita a azul… Porque el azul refleja un estado de salud superior, al parecer. Pero la escasez de estudios científicos que demuestren estos beneficios alimenta las filas de escepticismo.

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Inmunoterapia ¿el momento ‘penicilina’ de la oncología?

De un tiempo a esta parte, la oncología está ofreciendo respuestas positivas en su lucha contra algunos tipos de cáncer que hasta hace bien poco tenían muy mal pronóstico. 

El secreto de esta oleada de optimismo viene de la unión de dos campos de la medicina que llevaban demasiados años dándose la espalda: la oncología y la inmunología.

Uno de los mayores problemas del cáncer es que es una explosión incontrolada de células anormales propias, que se reproducen alocadamente sin que el sistema inmunológico las reconozca como un agente dañino. Ese mecanismo de propagación, capaz de burlar a nuestras defensas, es lo que hace que tengamos que recurrir a tratamientos súmamente tóxicos como la quimioterapia o la radioterapia. Por desgracia, algunos tipos de tumor como el melanoma, el cáncer de pulmón, el de páncreas, o algunos tipos de linfoma, ni siquiera respondían bien a estas terapias tan agresivas.

Y es contra este tipo de tumores donde la así llamada inmunoterapia está arrojando resultados positivos, si bien nos encontramos aún en fases muy tempranas en cuanto a ensayos clínicos se refiere.

Pero vamos a empezar por el principio. ¿En qué consiste la inmunoterapia? En junio de 2016 hablé sobre esta técnica en este mismo blog, y entonces comentaba cómo los doctores están ideando fórmulas para estimular al sistema inmunitario de modo que reconozca a los tumores como enemigos, e inicie el combate para su erradicación.

Existen diversos enfoques para lograr esta estimulación, pero lo cierto es que un número cada vez mayor de laboratorios oncológicos de vanguardia en todo el mundo, comienzan a experimentar con esta idea. Esta misma semana, de China llegaban noticias prometedoras de una terapia experimental aplicada a pacientes con linfoma de Hodgkin, un tipo de cáncer de sangre que afecta al sistema linfático.

En 2013, cuando la revista Science reconoció a la inmunoterapia como hallazgo científico del año, el expresidente de los Estados Unidos Jimmi Carter habría tenido pocas posibilidades de sobrevivir al melanoma en fase avanzada que se le detectó en su cerebro. Sin embargo, un fármaco llamado Pembrolizumab, obró el milagro al despertar la respuesta de su sistema inmunológico. El éxito fue tal que hoy no queda ni huella de aquel tumor.



Casos como este tal vez expliquen por qué en 2013 solo un 1% de los estudios presentados en el congreso de la Sociedad Americana de Oncología Clínica se basaban esta técnica. En 2014 la cifra subió al 10%, y en 2015 al 25%. Eso habla bien a las claras de la expectación que la inmunoterapia está despertando en el mundo académico.

Veamos un ejemplo de lo que estas terapias experimentales pueden llegar a hacer, tomado de New Scientist. Vicky Brown es una mujer británica a la que le detectaronmelanomas en garganta y pecho. Tras el terrible diagnostico en 2013, propusieron a Brown su participación en unas pruebas experimentales realizadas en el Hospital Royal Marsden de Londres, pruebas que cambiaron su vida por completo. De una muerte casi inevitable, en cuestión de semanas tras iniciar el tratamiento, sus tumores se desvanecieron. Brown sigue viva a día de hoy, tres años después de su diagnístico. Los doctores que la atendieron afirman que no habían visto unos resultados tan rápidos en su vida.

Los científicos han identificado un nuevo sabor: el del almidón

Hasta ahora, los sabores conocidos eran cuatro: dulce, salado, ácido y amargo. A este grupo algunos suman el umami, un sabor de origen oriental que sería el responsable de que un alimento fuera sabroso. Y ahora a esta lista habría que sumar un nuevo miembro: el almidón.

Según la revista Chemical Sciences, este sexto sabor se llama ‘Starchy’, una palabra inglesa que significa ‘rico en almidón’. El hallazgo ha sido descubierto por un grupo de científicos de la universidad de Oregón (Estados Unidos), conducidos por la profesora Juyun Lin.



En el trabajo se ha analizado el sabor que sería común a todos los alimentos ricos en carbohidratos. Tanto la pasta, como el arroz, el pan o las patatas son ricos en esta sustancia. Según Yun y su equipo, cada cultura basa su dieta en uno de estos productos, que son ricos en almidón, una macromolécula compuesta de dos polisacáridos, la amilosa y la amilopectina. Y no es ni dulce, ni salada, ni ácida, ni amarga, ni tampoco se puede considerar umami: tiene un gusto propio y distinguible.

El almidón está compuesto por una serie de moléculas de glucosa que transforman su composición cuando entran en contacto con la saliva humana. Al hacerlo, se dividen en cadenas aún más simples para que el sistema digestivo las pueda asimilar.

Yun y sus investigadores prepararon varias disoluciones que contenían diversas cantidades de estas cadenas, y se las dieron a probar a personas de diferentes culturas. Los asiáticos que las probaron dijeron que sabían a arroz. Sin embargo, los europeos aseguraron que sabían a pasta o a pan. Por su parte, los norteamericanos aseguraron que sabían a patatas o a pan. Y todos estaban probando lo mismo.

Pero la prueba definitiva de que el almidón tiene un sabor único y distinguible de los demás vino cuando los voluntarios tomaron un supresor del sabor dulce: gracias a este medicamento cualquier alimento dulce dejaría de saberles. Y cuando tomaron el almidón, lo siguieron reconociendo sin duda. Y eso que en teoría es una compuesto formado por glucosa, y como tal, debería ser dulce.

El siguiente paso para considerar al almidón como un sabor básico debe ser el de descubrir cuál es su función principal o analizar si existe algún tipo de respuesta fisiológica determinada al ser consumido. Por ejemplo, los alimentos dulces suelen ser los más calóricos y generan una respuesta de una mayor producción de insulina en el cuerpo. Los sabores amargos provocan repulsión, y suelen estar relacionados con el mal estado de un alimento.

Y esto es solo el principio de la revolución de los sabores. La misma revista asegura que existe un séptimo sabor, el de los alimentos ricos en grasas y aceites. Pero esa es otra historia…

Un estudio en EEUU abre la puerta a curar un tipo de leucemia

Washington (EFE).- Un estudio de la Universidad de Texas (Estados Unidos) en ratones ha identificado que la combinación de dos medicamentos inhibidores puede curar la leucemia mieloide crónica y abaratar los costos del tratamiento.

La leucemia mieloide crónica (LMC) es un tipo de cáncer que se inicia en ciertas células productoras de sangre de la médula ósea y que afecta a cerca del 20 % de pacientes diagnosticados con leucemia.

Un estudio del Centro Oncológico MD Anderson de la Universidad de Texas, ubicado en Houston, publicado hoy en la revista Science Translational Medicine abrió la puerta a curar este tipo de cáncer cuyo tratamiento actual no logra erradicar por completo las cédulas malignas.

Según los investigadores, la combinación del inhibidor enzimático de la tirosina quinasa BCR-ABL y otro medicamento inhibidor conocido como venetoclax (BCL-2) ha demostrado una "respuesta alentadora" en los ratones y tasas de curaciones tanto para la fase crónica de la enfermedad como para la fase terminal.

"El inhibidor BCR-ABL, el tratamiento estándar actual, permite a muchos pacientes una remisión, pero no erradica totalmente las células cancerígenas. En algunos pacientes, el cáncer vuelve en un modo intratable" y supone su muerte en semanas o meses, apuntan las conclusiones de ese estudio.

Como las células cancerígenas no son erradicadas por completo, los pacientes deben seguir medicándose con BCR-ABL por el resto de sus vidas para evitar que la enfermedad recurra en su fase terminal.

En Estados Unidos, ese tratamiento tiene un costo de 100.000 dólares anuales y muchos pacientes no se lo pueden permitir.

"Nuestro estudio en ratones demuestra que combinar BCL-2 y BCR-ABL tiene potencial para curar la leucemia mieloide crónica y mejorar los resultados para los pacientes", afirmó el profesor Michael Andreeff, que lideró la investigación junto a su colega Bing Carter.

Carter, por su parte, apuntó que los tratamientos de larga duración con BCR-ABL "tiene un costo alto tanto en efectos secundarios como financieramente" por lo que la combinación con BCL-2 "puede ser una solución" para los enfermos.

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Revelan que tres de cada cinco mujeres tienen osteoporosis

Tener huesos fuertes a lo largo de la vida puede lograrse con hábitos adecuados en la dieta, ejercicios y el modo de vida que cada mujer debe emplear desde la adolescencia.



 Estas sencillas recomendaciones deben acompañarse con el consumo de calcio a temprana edad, porque proporcionan huesos vigorosos y evitan el riesgo de sufrir fracturas con el pasar de los años.

“Actualmente, las consultas reflejan un repunte en las cifras de osteoporosis, una enfermedad que se caracteriza por la pérdida de la masa ósea o de los minerales que componen el hueso, debilitándolo y aumentando el riesgo de sufrir una fractura después de los 55 años”, asevera el ginecoobstetra Jorge Luis Soto.

Las estadísticas revelan que tres de cada cinco mujeres después de los 45 años tiene osteoporosis, y de éstas, dos presentan rompimiento de las zonas más frágiles (cadera, fémur y muñeca) después de los 55 años. De acuerdo con un informe publicado por la Organización Mundial de la Salud, cada año, la osteoporosis causa más de 1,3 millones de fracturas de vértebras, cadera y muñecas en el mundo.

Las fracturas más graves son las de cadera. Pues la mayoría de ellas requieren una delicada y costosa operación quirúrgica que no asegura la perfecta recuperación del paciente.

Según Soto las fracturas pueden generar una discapacidad en el paciente. “Este tipo de patología también trae riesgo de padecer enfermedades tromboembólicas, debido al sedentarismo a que someten las fracturas”.

La principal causa de la osteoporosis en la mujer después de los 45 años la representa la menopausia o déficit de estrógeno, por lo que es importante la visita al médico para iniciar la terapia de reemplazo de esta hormona que, llevada de una forma adecuada, previene la descalsificación de los huesos. En mujeres más jóvenes, es recomendable el uso de calcio desde el embarazo.

El especialista explica que hacer ejercicios, aún padeciendo osteoporosis, actúa fortaleciendo los músculos y evita que los huesos pierdan minerales a través de la fuerza muscular.

La osteoporosis es diagnosticada a través de un estudio llamado densitometría ósea considerado el “patrón de oro” para la prevención. Este estudio mide la densidad mineral del hueso e indica el riesgo que tiene de fracturarse.

Los pacientes con osteoporosis reciben medicamentos de tipo mensual o anual que estimulan la regeneración ósea.

Aún al diagnosticarse la enfermedad, la paciente debe seguir las recomendaciones, debido a que siguiendo los hábitos saludables y con un tratamiento adecuado, puede llegar a regenerarse el hueso descalsificado. Por eso, no dude en ingerir calcio para evitar graves consecuencias.

Fuente: Panorama

Descubren un método simple para regenerar el tejido óseo con células madre

Washington (EFE).- Un nuevo método con células madre ha demostrado ser eficaz con poco coste a la hora de regenerar tejido óseo, lo que podría dar lugar a tratamientos regenerativos para pacientes con problemas graves de huesos, según un nuevo estudio publicado hoy por la revista "Science Advances".

Un grupo de investigadores de la Universidad de California en San Diego (EEUU) ha descubierto una manera "fácil y eficiente" de usar células madre para regenerar tejido óseo: dándoles adenosina, una molécula que se da naturalmente en el cuerpo.

El tejido óseo derivado de las células madre reparó los defectos óseos craneales en ratones sin causar tumores o infecciones.

Este método podría llevar a un mecanismo simple y barato de fabricar "poblaciones puras de células constructoras de huesos".

"Uno de los objetivos de nuestra investigación es hacer los tratamientos regenerativos más accesibles y relevantes clínicamente mediante el desarrollo de métodos fáciles y eficientes para trabajar con células humanas y tejidos", explica Shyni Varghese, profesora de bioingeniería de la UC San Diego y autora principal del estudio.

Las células madre "pluripotentes", como las usadas para esta investigación, tienen la capacidad de convertirse en cualquier tipo de célula en el cuerpo, como músculo, corazón, piel o hueso, en un proceso que se llama diferenciación.

Gracias a esta capacidad, estas células "pluripotentes" tienen, según los responsables de este estudio, usos terapéuticos "prometedores" para reparar o regenerar varios tejidos y órganos.

Pero hacer que estas células madre "se diferencien" en un tipo particular de célula que pueda funcionar dentro del cuerpo no es simple.

"Dirigir una diferenciación de células madre es como seguir una receta compleja, involucra una larga lista de ingredientes y pasos que hacen el proceso costoso e ineficaz", advierten los investigadores.